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Lo siento, parte 3

Mis garras se hundieron en su pecho, a una pulgada de su corazón, que supongo es donde apuntaba antes de que mi lobo se rindiera. Incapaz de mantener la forma cuando aún es tan nueva para mí y requiere tanta resistencia, me desplomé en el suelo, sin fuerzas, mientras me transformaba de nuevo en form...