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Nuevo México, parte 3

Todos nos giramos, con los ojos desorbitados y las bocas abiertas, observando hacia dónde se dirigen y luego casi nos morimos de un infarto simultáneo. Chillando al unísono como niñas débiles, toda la bandada de cuervos negros cruza justo por encima del camión como una ráfaga oscura. Rozando el tech...