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Capítulo 167 Ningún hombre fuera de su alcance

En ese momento, el tiempo pareció congelarse.

Las lágrimas que Layla acababa de secar de sus mejillas volvieron a brotar, amenazando con desbordarse. Anhelaba correr hacia sus brazos, dejar que sus lágrimas fluyeran libremente. Por un breve instante, casi sucumbió a ese impulso.

Pero se contuvo.

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