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Capítulo 55

—No hay árboles de hierbas en este bosque.

Tan pronto como dijo esas palabras, todo mi cuerpo se congeló. Me hizo mirarlo con los ojos bien abiertos y sorprendidos. Su sonrisa se ensanchó al ver cómo mi rostro perdía su color. Sus orbes dorados volvieron a recorrer mi cara, enviando un escalofrío p...