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Carta 105

¡Mierda! Ella va a ser mi perdición.

Podía ver su excitación brillando en su centro. Desvié la mirada hacia ella, y volvió a apartar la vista. Un rubor se extendió por su cuello de cisne. Su piel pálida parecía una piedra lunar, pidiéndome que marcara cada centímetro de su cuerpo. Una sonrisa malic...