




Capítulo 004 El regalo
—¡¿Por qué no llevabas una máscara?! —La voz de Alice retumbó en la habitación, su pregunta cargada de veneno. Sentía un profundo resentimiento hacia Natalie, un desprecio que nacía de la inquietante semejanza que la humilde criada tenía con ella. Alice albergaba un deseo secreto, una violenta ansia de desfigurar el rostro de Natalie hasta hacerlo irreconocible.
Natalie, en respuesta, se mordió el labio, sus manos se cerraron en puños temblorosos. Finalmente, se obligó a relajarse, a soltar la tensión. Estaba agradecida de que su secreto aún estuviera a salvo, porque si se descubría, ella y Rosalie serían expulsadas de la Villa Cullen. Sin la villa, la enfermedad de Rosalie quedaría sin tratamiento, una perspectiva que Natalie no podía soportar.
Alice escupió una amenaza escalofriante, su voz goteando malicia:
—La próxima vez que te vea, créeme, tomaré un cuchillo y arañaré tu bonita carita.
La idea de que Natalie, una simple criada, tuviera una tez más refinada que la suya, a pesar de su régimen diario de costosos productos para el cuidado de la piel, era un trago amargo de tragar. Para colmo, la mujer con la que Adrian había estado esa noche no era otra que Natalie. ¡Esta chica irritante no era más que una espina en su costado!
La mirada de Alice se clavó en Natalie, sus ojos girando con un odio tan mortal como serpientes venenosas listas para atacar. El agudo timbre de un teléfono interrumpió el tenso enfrentamiento. Alice miró la identificación del llamante, su expresión endurecida se suavizó al instante. Contestó la llamada, su voz suave mientras se giraba para subir las escaleras:
—Adrian, sí, todavía estoy despierta...
Con la partida de Alice, Natalie finalmente se permitió suspirar de alivio. Se retiró al santuario de su propio hogar, agradecida por la oportuna interrupción. La llamada de Adrian la había salvado inadvertidamente de la violenta amenaza de Alice.
Mientras Natalie intentaba calmar sus nervios deshechos, el agudo timbre de un viejo teléfono celular rompió el silencio. Era Bella Swan, la buena amiga de Natalie, al otro lado.
—Natalie, ¿por qué tardaste tanto en contestar? He estado llamándote un rato.
Natalie se tomó un momento para estabilizar su respiración antes de responder con voz suave:
—Lo siento, no lo escuché. Es bastante tarde; ¿necesitas algo?
La voz de Bella estaba llena de emoción cuando respondió:
—¡Es tu cumpleaños pasado mañana! Vamos a saltarnos las clases y salir a divertirnos. Es solo una vez al año, ¡y mi Natalie merece tener un cumpleaños feliz!
Una pequeña sonrisa se dibujó en los labios de Natalie. Había estado tan consumida cuidando de Rosalie que había olvidado por completo su propio cumpleaños. El recordatorio de Bella fue una agradable sorpresa.
—Bella, gracias.
La respuesta de Bella fue ligera:
—No te preocupes. He preparado un regalo para ti. ¡No te pongas demasiado emocional ahora!
¿Un regalo? El pensamiento calentó el corazón de Natalie. En este mundo, aparte de Rosalie, solo Bella se preocupaba lo suficiente como para celebrar su cumpleaños.
Después de una breve conversación con Bella, Natalie terminó la llamada. Abrió su bolso para encontrar un colgante de diamantes anidado dentro. El descubrimiento inesperado la dejó atónita.
El colgante de diamantes era exquisito, su patrón de nubes le daba un atractivo discreto pero lujoso.
¿Cuándo había logrado Bella deslizarlo en su bolso? Natalie no lo había notado en absoluto.
Después de un momento de vacilación, Natalie envió un mensaje a Bella:
—Vi el regalo. Me encanta. Gracias, Bella.
Después de terminar la llamada, Natalie colocó cuidadosamente el colgante alrededor de su cuello. Aunque no estaba muy versada en joyería, podía decir que el diamante era de calidad superior.
Debe haber sido caro, pensó.
Después de un momento de consideración, metió el colgante dentro de su ropa, una decisión que la hizo sentir más segura.
El toque frío del colgante contra su piel era reconfortante.
Realmente le gustaba...
Al día siguiente, después de sus clases matutinas en la Universidad de Ardentia, Natalie se apresuró hacia la salida del campus.
La familia Howard debía visitar al mediodía. Renee había advertido severamente a Natalie la noche anterior que no podía permitirse llegar tarde; de lo contrario, ella y Rosalie enfrentarían la expulsión de la familia Cullen.
Mientras corría por las puertas de la escuela, un coche deportivo rojo se detuvo bruscamente a su lado.