Read with BonusRead with Bonus

Cincuenta y dos

—¿Qué? ¿Estás casado? —Tobias parecía en pánico. Theo, finalmente dándose cuenta de lo que había dicho, soltó mis brazos y retrocedió tambaleándose. Merida parecía a punto de salir corriendo y visiblemente temblaba.

—Déjanos explicar. Por favor.

—No, quiero irme ahora —grité con lágrimas corriend...