Read with BonusRead with Bonus

treinta y siete

Las manos frías y suaves me despertaron, me estremecí al sentir su toque helado. —Cena, cariño, deberías comer —dijo Tobias. Me di la vuelta agotada antes de acurrucarme de nuevo bajo las sábanas. Tobias puso la mano en mi cabeza para girarla y sentirla con el dorso de su mano.

—¿Te parece que tie...