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Veinticuatro

Theo me agarró, derribándome y empezó a correr. Me ajustó ligeramente, obligando a mis piernas a rodear sus caderas mientras se adentraba en el bosque. Mi grito se quedó atascado en mi garganta, muriendo de terror mientras los árboles pasaban volando a mi alrededor, la bilis subiendo y acumulándose ...