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Veintiuno

Observé cómo sacaba cada botella y luego comenzaba a abrirlas. Olfateó una y arrugó la nariz antes de verterla en el fregadero.

—¡Oye, no hagas eso!

—No empieces, Imogen. O me ayudas o te callas. —Agarré una botella del banco a mi lado y la abrí. Rápidamente tomé un trago y Tobias me fulminó con l...