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36. El calor.

Eros

—Buenos días, preciosa —Eros estaba junto a la ventana, una taza de café caliente en la mano, de espaldas a Eva. Ella alcanzó a ver su espalda musculosa, sus ojos viajaron hacia su trasero desnudo, haciéndole agua la boca y sintiendo mariposas en el estómago. Él era suyo, todo él, de arrib...