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Capítulo XXXII

Lluvia

Después de dos orgasmos, jalo a Raven encima de mí. Me besa, y puedo saborearme en sus labios.

—¡Roja, mi hermosa alma gemela! ¡Sabes a caramelo y vienes como un petardo!

—¡Las cosas que dices! —le acaricio la mejilla—. Estoy tan feliz de tenerte a ti y a Caleb en mi vida. No pensé que...