




6
Perspectiva de West:
Jazz y yo observamos a Cleo y Valenzano subir las escaleras. Sacudí la cabeza pensando en lo que Jazz me había contado sobre Cleo. Valenzano tiene un desafío en sus manos, lo cual es un problema, ya que está acostumbrado a que las mujeres y las lobas se le lancen. A mí nunca me han gustado las mujeres fáciles, las que se entregan solo por quien soy.
Pero ese es otro problema para otro día. Me giro y miro a Jazz y a August, mi lobo está tratando de salir. Ella lleva un vestido negro de lentejuelas con cuello halter que apenas cubre su trasero. Por suerte para ella, August y yo no somos tan celosos como Vintage y Valenzano.
—Puede que no seamos celosos, pero la castigaremos por mostrar lo que es NUESTRO —dice August con una sonrisa. Le gusta cuando Jazz se porta mal a sus ojos.
—Tranquilo, tigre, no estoy seguro de que Jazz esté lista para eso —dije, tratando de calmarlo.
—No lo sabremos a menos que lo intentemos —no me gusta su tono de certeza.
Mientras August y yo debatimos si deberíamos castigar a Jazz o no, camino hacia mi habitación. Ver cómo su vestido se sube mientras camina me excita. Veo que August podría tener razón, necesita ser castigada y ese vestido destruido para que no pueda usarlo de nuevo.
August piensa que Jazz, siendo humana, puede manejar lo que le damos sexualmente. Sin embargo, incluso después de las historias que he escuchado sobre ella, sigo siendo cauteloso. Lo último que quiero es lastimarla mientras hacemos algo que se supone debe ser placentero para ambos.
—Quédate aquí —digo una vez que estamos en mi habitación. Ella se queda en el medio de la habitación. La rodeo como si fuera mi presa, que lo es. Me detengo detrás de ella.
—Este vestido te queda hermoso... lástima que no lo volverás a usar —extiendo mis garras y rasgo el vestido, exponiendo su trasero redondeado. Alcanzo su pecho y lo agarro, luego rasgo el vestido completamente, escuchando su jadeo. Sonrío al ver que no lleva bragas ni sujetador.
—Necesitas ser castigada por usar ese vestido —digo mientras la rodeo, disfrutando de la vista de su cuerpo. Su piel color caramelo está pidiendo ser mordisqueada. Ella se queda allí mirando hacia abajo y sin decir una palabra, como una buena sumisa.
—Dime cuál debería ser tu castigo —le pregunto, levantando su barbilla con mi garra.
—Una nalgada —responde, y mi corazón se detiene.
—Ella ha hecho esto antes, y está lista. Puedo olerlo en ella —dice August, tan feliz como puede estar.
Jazz y yo hemos tenido sexo muchas veces, pero no a nivel de Amo y Sumisa. Solo nos conocemos desde hace tres meses y nuestro vínculo de pareja es fuerte.
—No sabemos cuál es su límite, debemos ir despacio y con cuidado —dice August preocupado.
—¿Despacio y con cuidado? ¿Estás bromeando? ¿No sientes el calor y la excitación que emana de ella? —me estoy poniendo tan agitado con él.
—Sí, pero no queremos romperla, ¿verdad? —dice, rodando los ojos.
—No quiero romperla, quiero aflojar sus paredes y ponerle unos cachorros —dije con indiferencia.
—Ponerle cachorros, sí; aflojar sus paredes, no. Me gustaría que pudiera caminar mañana —es tan sarcástico.
La tengo justo donde la quería, después de hacerla llegar al clímax dos veces sin siquiera intentarlo. La forma en que su cuerpo reaccionó a su segundo orgasmo fue increíble. Nunca había tenido una chica que disparara su flujo en mi cara desde su coño.
Fue jodidamente increíble y se veía sexy como el infierno. Mi polla está tan dura que duele. Agarro mi cuerda de cuero y la ato como un cerdo. Ella dice que está en amarillo ahora y quiero probar sus límites. La llevaré tan lejos como ella me lo permita.
Me coloco detrás de ella y sin ninguna preparación, empujo mi polla de 12 pulgadas dentro de ella, llenándola hasta el tope. Esta noche es la primera vez desde que comenzamos nuestra relación que meto toda mi polla dentro de ella.
—¡JODER! —grita. Valenzano fue inteligente al hacer todas las habitaciones de la casa a prueba de sonido.
—Cariño, ¿qué color? —pregunto antes de empezar a moverme.
—Amarillo —dice sin aliento.
Empiezo a moverme profundo y lentamente. Siento su coño apretarse alrededor de mi polla. Sabía que no tardaría mucho en llegar al clímax de nuevo. Y la forma en que su coño se siente en mi polla, yo tampoco duraré mucho y acabo de entrar en ella. Agarro la cuerda y empujo más profundo en ella.
—¡JODER! Cariño, estás tan apretada —digo, luchando contra el impulso de correrme.
—VOY... VOY... A CORRERME —grita y gime. Sé que es ahora o nunca, porque con el clímax se va a quedar fuera como una luz. Mierda, podría necesitar tres días para recuperarse de esto.
La volteo para que quede encima, aún atada. Sus gemidos se vuelven más fuertes y su agarre en mi polla se vuelve más apretado. Voy más rápido y más profundo.
—Córrete conmigo, cariño —dije, ambos estábamos cerca de nuestro punto de ebullición. Una vez que dije eso, sus paredes se apretaron más, como si su coño estuviera tragándose mi polla.
—¡AHHHHH... ¡MIERDA! —grita mientras se corre.
—¡JODER! —gruño al mismo tiempo que ella llega al clímax y me libero profundamente dentro de ella.
—Cariño, ¿qué color? —pregunté mientras le apartaba el cabello de la cara y veía que sus ojos seguían cerrados.
—Amarillo —susurra, sin abrir los ojos. Me río sabiendo que quiere decir ROJO. La desato lentamente, la levanto de mi polla y la coloco suavemente en la cama. Nos acurrucamos y nos quedamos dormidos.