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31. Mi muñeca

La puerta se cerró de golpe detrás de ella y Elijah sonrió con suficiencia, encontrando su comentario bastante provocador.

—Bueno, ya tienes tu respuesta —dijo con arrogancia.

—¿Crees que ella puede hacer esto? —espetó Jackson, descargando su ira hacia su hijo—. ¡Has sido una mala influencia! Elij...