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30. Reclamaré lo que es mío

El viaje de regreso a casa había sido tranquilo, pero no tan malo. Elijah logró hacerla sonreír unas cuantas veces, pero podía notar que ella estaba estresada e inquieta. Ella seguía tocándose el cuello y, aunque él le preguntó si el dolor estaba empeorando, ella simplemente negaba con la cabeza. Si...