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Ella.

Luciano la encontró en un charco de su propia sangre, cubierta de tierra y hierba.

Tan pronto como se arrodilló para recogerla, ella se atragantó con su sangre, apenas recuperando la respiración. Luciano no se atrevió a perder más tiempo; la tomó en sus brazos y la sostuvo fuertemente contra su pec...