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Maldita sea, no pedimos una mujer.

Después de que el Alfa se fue, Seth pasó un rato sentada en el capó de su coche. Se tomó su tiempo para procesar lo que había sucedido.

Primero que nada, acababa de disfrutar probablemente del mejor sexo de su vida.

Segundo, había ido en contra de todas sus creencias y principios en lo que respect...