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Jugando a fingir.

Seth observó a ambos hombres con los ojos muy abiertos. Acababa de confesar, pero ninguno se molestó en mostrar ni un poco de disgusto hacia ella.

Tenía que haber una trampa: ambos eran Alfas, y esos lobos dominantes nunca compartían, ni siquiera si las mujeres se lo suplicaban. Lo que vino después...