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Sé un buen chico y no muevas las manos.

Un solo toque y todo terminaba; siempre era así con Seth.

Sentía electricidad en su piel, las hormonas apagaban su cerebro superior y emergía su yo animal.

A partir de ahí, todo era pasión, intensa, embriagadora. Era su liberación, su escape, su droga... No es que fuera fácil, sabía bien cómo evit...