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Me venderá al mejor postor.

—¡Vete! —gritó Seth a todo pulmón, lanzando lo primero que tenía en la mano hacia la puerta. Resultó ser un jarrón de cristal que se hizo añicos al chocar contra la pared en lugar de la puerta.

Para sorpresa de Seth, los golpes violentos se detuvieron tan pronto como el sonido del cristal rompiéndo...