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Capítulo treinta y cinco

Bexley

Me desperté de un sobresalto, mis ojos se abrieron de golpe con pánico. Me tomó unos segundos darme cuenta de que Cruz estaba de pie sobre mí con una taza de café en la mano.

—Buenos días, princesa; ya casi es hora de irnos —anunció.

—¿Dónde está todo el mundo? —pregunté, sentándome par...