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Capítulo veintiocho

Bexley

Me desperté sola en una cama cálida, luego me lavé y vestí apresuradamente para buscar a mis esposos. Ahí estaban, alrededor de la enorme mesa de la cocina, sentados con Emilio, el Tío Ted y un hombre que no había visto en años, el Tío Ulrich. El gruñón lleno de cicatrices de batalla l...