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La verdad

Odessa

Como si fuera a romperme, el Príncipe Encantador me volvió a colocar en la cama mullida de mantas peludas. La sensación de ser devorada desapareció en cuanto puso la manta sobre mis piernas. Era relativamente gentil para ser un tipo grande, cubierto de cicatrices, tatuajes, manos trabajadas ...