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20. VANYA: LÍMITES

—¡No!

Devrim y yo nos quedamos congelados ante la repentina exclamación de Obsidian. Con un gruñido bajo, Obsidian se pasó ambas manos por el cabello. Esa acción pareció sacar a Devrim de su estado de congelación, ya que rodeó mi cintura con sus brazos y se echó hacia atrás.

Los ojos de Obsidian s...