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61. OBSIDIANA: NADA

—¡Lárgate de una vez! —Ezra escupió con desprecio.

Lo ignoré y me dirigí hacia la cama, pero él se interpuso en mi camino y mostró los dientes. Gruñí, pero ni siquiera se inmutó. Entrecerré los ojos y apreté los puños a los costados.

—No tienes permitido estar aquí —siseó.

—Estoy aquí para hablar...