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39- Damas de honor y salones de baile

Me sobresalto al despertar cuando la puerta del dormitorio se abre de golpe.

—Perdón, perdí la noción del tiempo en el teléfono, yo...— se detiene.

—Bueno, supongo que ni siquiera te diste cuenta. Pensé que te veías un poco cansada. Supongo que una siesta de veinte minutos no está mal—. Se desplom...