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Epílogo

Me senté en la mesa y miré a mis colegas, tratando de ignorar el asiento dolorosamente vacío a mi lado.

—Tu estúpido hermano nos ha complicado todo, Edana —Tirich me siseó.

Le gruñí de vuelta—. ¡¿Cómo te atreves a hablar mal de Xeron?! —Pero sabía que tenía razón.

—Tirich habla con la verdad. Hem...