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Capítulo treinta y dos

Eris

Esto no podía estar pasando. Este dragón realmente iba a matar a todos los que alguna vez amé. Mis padres, mi manada, mi compañero, y ahora mi hermanita.

—¡Enid! —grité—. ¡Solo corre!

Ella me encontró con la mirada y vi cómo el alivio se reflejaba en sus rasgos. Me ofreció su dulce y peq...