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Capítulo treinta y nueve

Enid

Me recosté contra el hombro de Leo, sentada en nuestro banco en el jardín. Ahora era primavera, y me graduaría el próximo mes. Estaba leyendo un libro y Leo tocaba perezosamente su guitarra.

Ambos habíamos sido aceptados en la Universidad de Oregón para comenzar en otoño. Leo estudiaría n...