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Capítulo veinticuatro

Leo

Enid había desaparecido dos noches y un día, y yo observaba el amanecer del segundo día desde las ventanas de mi oficina. La luna llena sería esta noche a medianoche y no estábamos más cerca de resolver el extraño enigma del poema.

No había vuelto a nuestra habitación. Ella no estaba allí,...