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Capítulo veintiuno

Leo

Sophia me había hecho sentarme en el suelo de la bóveda. Miré mi mano que descansaba sobre mi rodilla y traté de mover un dedo. Se movió ligeramente y mi ritmo cardíaco se aceleró.

‘¡¿Gideon?! ¡¿Finn?! ¡¿Enid?!’

Intenté mover mi mano de nuevo, y el mismo dedo se movió otra vez.

Repetí ...