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David

Oren parecía tener mucho más que decirme, pero no importaba. Gruñó y se dio la vuelta bruscamente, marchándose con pasos rígidos.

—¿No vas a llevarte a tus preciados miembros de la manada? —le pregunté, fulminándolo con la mirada.

Gruñó por encima del hombro y se fue sin decir una palabra más...