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Capítulo 60

—Vera—

Cierro los ojos con fuerza, sin querer ser testigo de tanta barbarie. Cuando los abro de nuevo, ya no estoy en esos horribles calabozos. Mi abuela y mi tía están sobre mí, preocupadas. Una de ellas coloca su mano en mi cabeza, consolándome.

—Lo siento, querida, pero teníamos que mostrarte ...