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Capítulo 25

El príncipe yacía en su cama en su habitación, ya era tarde y aún nadie había entrado. Tenía hambre y suspiró por su incomodidad. Se levantó para golpear la puerta de nuevo cuando escuchó el aullido más doloroso; supo al instante que era su padre.

Bien, pensó. Al menos no era el único lobo infeliz...