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Capítulo 108 La vida, nada a lo que aferrarse

Ella bajó la mirada en silencio, a punto de hablar cuando escuchó su voz suave.

—¿O quizás simplemente no quieres ir a casa? Si es así, ¿por qué no?

Por supuesto, ella tenía una razón, pero ¿cómo podría responderle?

—No me gusta esa casa, y tampoco me gustas tú. —Reuniendo su valor, lo miró vali...