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45. Viernes por la noche

Es viernes por la noche y, una vez más, estoy en el Club Obelisco, sentada en este bar, bebiendo mi segundo martini. Los minutos pasan de las ocho, pero no me importa. Mi sangre ha estado hirviendo desde que escuché los sonidos ahogados en la sala de estar de Abraham Pollock.

—Hazme sentir bien —dij...