Read with BonusRead with Bonus

36. LA PRIMERA LECCIÓN.

Abraham me toma por los brazos y se pone de pie, obligándome a sostenerme sobre mis piernas temblorosas. Su toque es firme, y si no fuera por su fuerza sosteniendo mi cuerpo, no podría mantenerme de pie.

Cuando me suelta, me apoyo en él, mis manos en su pecho firme. Clavo mis uñas en su pecho, dej...