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11. «Se acabó la hora de jugar».

No puedo evitar el gemido que escapa de mis labios entreabiertos, el suspiro que ahora solo lleva placer. Mis pezones erectos están húmedos, y ya no siento ningún indicio de dolor...

—Mira eso... —La mano del Sr. Pollock se desliza por el medio de mi trasero, finalmente llegando a mi entrada palpit...