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CAPÍTULO 787

Alexi me observa durante un largo momento, tanto que levanto la vista para ver si siquiera me ha escuchado y me encuentro con esos ojos grises y tranquilos fijos en mí. Parece pensativo y extrañamente sobrio.

—Cuando Gino y yo teníamos alrededor de nueve años, cuidábamos a un perro callejero al que...