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CAPÍTULO 39

Respira profundo. Tranquila, calmada, serena.

Las paredes que se cerraban comienzan a retroceder, y me calmo, apartándome de su abrazo y apoyándome contra la puerta del ascensor con una mano para estabilizarme.

—¡Estoy bien! ¡De verdad! —le doy una rápida mirada y una sonrisa forzada, pero su expres...