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CAPÍTULO 377

Mi gusto por la decoración nunca ha madurado desde lo infantil y lindo; peluches cubren mi cama, y las estanterías están llenas de libros de romance juvenil y chucherías. Arrick ha visto esta habitación un millón de veces y me lleva a mi chaise longue plateada frente a la enorme ventana, desalojando...