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CAPÍTULO 36

Respira hondo. Tranquila, calmada, serena.

Las paredes que se cierran comienzan a retroceder, y me calmo, apartándome de su abrazo y apoyando una palma contra la puerta del ascensor para estabilizarme.

—Estoy bien. ¡De verdad! —le doy una rápida mirada y una sonrisa forzada, pero su expresión no cam...