Read with BonusRead with Bonus

CAPÍTULO 260

—¡Oh, Dios mío! ¡Leila, bájate!— Estoy riendo tanto que me duelen los costados mientras Leila baila sobre la barra, moviéndose y cantando a todo pulmón en el micrófono inalámbrico de la máquina de karaoke. Está en modo estrella de rock, pavoneándose como una aspirante a coyote feo. Sarah está tan bo...