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CAPÍTULO 132

Él tampoco ha estado en un humor coqueto o divertido. Si no hubiera una sala llena de estirados a cinco pies de distancia a través de una puerta de vidrio, le habría lanzado mi bolígrafo directamente a la cara. ¡Y lo habría disfrutado!

En cambio, le doy una sonrisa melosa y le digo con los labios —¡...