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Siempre ahí conmigo

Furiosa, me dirigí a la puerta e intenté abrirla. Pero sus fuertes brazos se enroscaron alrededor de mi cintura y me arrastraron al centro de la cabaña.

Un grito salió de mi boca. —¡¿Qué demonios, Valencian?! ¡Déjame ahora mismo!

—Lo haré. Una vez que escuches todo lo que tengo que decir.

Su tono...