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¡Maldita bruja roja!

Cuando finalmente estuve afuera, me quedé congelada en mi lugar. Y la brisa fría no era la principal culpable de ello. Era él. Parecía haber salido de una revista, estaba allí apoyado en su coche, esperando impacientemente. El ceño fruncido entre sus cejas era la prueba.

Incluso compararlo con esos...