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Sesenta y seis

—No puedo creer que haya hecho eso. Golpear a esos tipos, y de esa manera —dijo Nico por teléfono. Hizo una pausa—. En realidad, sí puedo. Es tan característico de él. Pero no es como si no se lo merecieran.

Suspiré. —Bueno, sí, pero necesita entender que las cosas ya no son las mismas. Ya no es Ca...