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Cincuenta y cinco

Regresé a mi habitación y me cepillé el cabello. Me había duchado hoy, pero no me había lavado el pelo. Debería haberlo hecho. Se veía seco y encrespado. Un nido de pájaros. A pesar de todo, me puse unos pantalones bonitos y un suéter rosa. No quería que Julián me viera así: con el cabello desordena...