Read with BonusRead with Bonus

Cuarenta y cuatro

Regreso a la sala y me siento con Nico. Emilio no está por ningún lado.

—¿Dónde está tu padre? —pregunto.

—Oh, alguien lo llamó. ¿Estás bien?

Asiento. —Claro. No deberías preocuparte tanto, Nico.

Él inclina la cabeza y suspira. —No puedo evitarlo, Ginny.

Dios, soy afortunada de tenerlo. Y no lo...