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Treinta y siete

Me quedo envuelta en los brazos de Nico, sollozando, mientras él me abraza en silencio, sus brazos apretados alrededor de mí. Puedo sentir su aliento cálido en la parte superior de mi cabeza.

—Entra —susurra. Su voz es suave. Es familiar. Él es mi hogar—. Te tengo.

Asiento, y él me lleva adentro, ...